lunes, 29 de enero de 2007

Las garras de William Venegas

Buen cine de tesis
Babel: El estado del mundo
Por Wílliam Venegas (Publicada en La NAcion)

De verdad que sí impacta la alta calidad de la película Babel (2006), del mexicano Alejandro González Iñárritu, quien cierra lo que se ha llamado "la trilogía del dolor", antecedida con dos filmes de alto voltaje como lo son Amores perros (2000) y 21 gramos (2003).
Nuevamente, González Iñárritu compone un rompecabezas a partir de historias que suceden en distintos lugares; esta vez: Marruecos, Japón, Estados Unidos y México. Son situaciones en correspondencia, por lo que un pequeño hecho (el regalo de un rifle) produce cambios en otros, no importa la distancia. Se trata del concepto demostrado por Albert Einstein, de que el espacio y el tiempo están unidos entre sí y vinculados a la materia, de cuyas propiedades dependen.
De pronto, cuando uno mira la película se acuerda del concepto de que el mundo es único porque es material. Es un mundo en relación constante. Por eso, lo que ahora llaman “globalización” no es más que un manejo específico que el hombre hace de la correlación social y económica.
Es cuando González Iñárritu plantea su cine de tesis. Está muy claro. En el filme se señalan dos consecuencias inmediatas de esa globalización. Por paradójico que parezca, una es la incomunicación; la otra es la injusticia, sobre todo contra los inmigrantes, o sea, contra quienes viajan de un país pobre a un país rico, no al contrario.
Así, en ningún momento recibe el mismo trato la pareja estadounidense en Marruecos que la mujer mexicana en Estados Unidos. Son dos historias enlazadas en la película. Luego el asunto político: la acusación de “terrorista” puede ser también palabra para manipular el ejercicio de poder de unos sobre otros. Lo vemos en el filme, cómo dos niños traviesos disparan un rifle en Marruecos y se desencadena la mitomanía del terrorismo.
Esa noticia está en todos los televisores del mundo, también en Japón, donde se busca al dueño original del rifle, el padre de una joven adolescente que, en medio de esa reyerta noticiosa, lo único que tiene es la tremenda soledad sufrida por los sujetos marginados, aunque lo sean por discapacidad física. Como ven, no es poco.
Lo otro es que González Iñárritu, con el buen guion de Guillermo Arriaga en sus manos, se muestra prodigioso al estructurar los relatos o el relato. Lo hace sin trampas, con mucha sinceridad y muy bien apoyado por el montaje de Stephen Mirrione, Douglas Crise y el propio director. Por eso, este filme plantea asuntos éticos con responsabilidad estética y con creatividad artística.
La música de Gustavo Santaolalla y la fotografía de Rodrigo Prieto resultan armónicas analogías con las tesis del filme y con sus expectativas visuales, sin barroquismos y sin efectismos. La lucidez de la película es fascinante y, a la vez, sobrecogedora. Tiene asaz sentimiento y mucho humanismo en su brillantez narrativa. Cine para siempre.

1 comentarios:

A las 30 de enero de 2007, 22:25 , Blogger Julia Ardón ha dicho...

Me fascinó!

 

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