viernes, 16 de febrero de 2007

El laberinto del fauno en las garras de Daniele Trottier

Al abrirse el telón, aparece en primer plano la cara de una niña que uno adivina agónica. Se retrocede en el tiempo y aparece una fecha: 1944. La cámara nos lleva luego a un bosque; al fondo vemos una caravana de autos de militares que se aproxima, y nos ubicamos entonces en los años de la España franquista.

Cinco años después de la guerra civil española… Es la época en que la dictadura franquista se afianza “limpiando” el territorio de los últimos focos republicanos. Este año de 1944 anuncia el fin de un mundo y nos remite a la imagen de la niña herida.

La joven Ofelia, acompaña por su madre embarazada, se va a vivir a la casa cuartel de su padrastro, el capitán Vidal, un militar despiadado, personificado por el excelente Sergi Lopez. En el bosque, Ofelia descubre un laberinto y su extraño morador, el fauno, quien le revela que ella es la princesa de un reino encantado y que deberá cumplir con tres pruebas para alcanzarlo. Este universo fantástico en el cual se refugia la niña, lejos de sublimar la dura realidad, refleja su ambigüedad. En medio de las escaramuzas entre militares y guerrilleros, y el propio desamparo de Ofelia, surge un universo poroso, una sutil transposición a un mundo imaginario de terribles fuerzas no resueltas, con la inquietante figura del fauno.

Este personaje mitológico encarna también la ambigua relación entre la niña y una figura paterna autoritaria: ¿cómo saber si es bueno o malo? ¿puedo confiar en él? ¿me ayuda o me lleva a mi perdición? Mucho se podría discutir sobre los seres fantásticos que enfrenta Ofelia en su recorrido iniciático, pero prefiero detenerme en el malestar que este universo fantástico produce en uno al mezclar lo maravilloso, el horror y la Historia. La osadía del director Guillermo del Toro es el haber creado un “cuento de hadas para adultos” en el cual entrelaza lo fantástico con la Historia. Lleva el género de lo maravilloso/horror al plano de la política, explorando aquí la dolorosa herencia dejada por el facismo en la sociedad española.

Para los que conocen a Guillermo del Toro, recordarán su cinta fantástica y/o horror El espinazo del diablo (2001) que tiene también como telón de fondo la guerra civil española y que curiosamente empieza de la misma forma que El laberinto del fauno: la película se abre sobre las facciones de un niño agonizando en un tosco piso de piedra y en el plano siguiente vemos un avión largando una bomba. El tema del Espinazo eran los fantasmas pero en ambas películas reencontramos los tópicos predilectos del director mexicano: los niños como protagonistas, un denso mundo imaginario que oscila entre lo maravilloso y el horror, y un clima de guerra. Quizás por eso las películas de este director son tan impactantes, pues crean una tensión insostenible al exponer niños al doble universo de la guerra (historia) y del horror (imaginario), ambos igualmente mortíferos y con final trágico.

En el plano formal es una película espléndida. Guillermo del Toro ha tenido el gran mérito de supeditar los efectos especiales al servicio de la temática, y no a la inversa como pasa ahora en muchos producciones cinematográficas. Descubrirán el universo pictural de Goya en el asombroso personaje inspirado de Saturno comiendo a su hijo.

2 comentarios:

A las 20 de febrero de 2007, 10:37 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Creo que este artículo está pasado de largo para lo qque se busca en este blog. Lo bueno, si es breve, es mejor.

 
A las 23 de febrero de 2007, 12:30 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Daniela, mande más comentarios, usted es voz nuestra en estas garras tan masculinas.

 

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio