martes, 17 de abril de 2007

Wílliam Venegas pone garra a asesino a sueldo

Asesino a sueldo: Su historia se desgrana con humor solapado y con gusto visual, como rompecabezas. El guionista Jason Smilovic ofrece un texto coherente, cuya aparente dispersión no pasa de tirar al aire un montón de confeti para recogerlo como un cuento compacto, fino y seductor. Este filme crea una fábula mordiente sobre el mundo del hampa. Lo hace a partir de un embrollo de identidades falsas ("quid pro quo": alguien se pasa por otro), con un texto del cual es mejor no contar nada, y es importante que ustedes tampoco cuenten nada. Este buen filme es ejercicio retórico. ¿Qué sería de un filme así planteado sin un buen montaje? Sería una cascarita de nada. El montaje le da entidad al laberinto narrativo. Con notable estilo visual, esta es una cinta laboriosa, audaz, perspicaz, cuyo truco está en entender lo que aquí no podemos decirles. Calif. 9. (Wílliam Venegas escribe para La Nación).

1 comentarios:

A las 18 de abril de 2007, 10:59 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Sin el montaje la película sería una "cascarita". ¡A mí con cascaritas siendo yo la hembra del águila!

 

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